SLIDER

Contenido

¿Para qué?


Hace tiempo que estoy transcurriendo un camino de cambios, en muchos aspectos.  Esto hizo que, de algunos años a esta parte, se abran nuevos horizontes, nuevas posibilidades y nuevas herramientas.  Como contraparte, en cierto sentido, también estoy más receptiva a un montón de cosas que hasta ahora pasaban desapercibidas.

Digo todo esto para que el pobre lector no piense que soy una ciclotímica. Ni que estoy susceptible.

La cuestión de fondo es que no termino nunca de entender a la gente.  La mayoría de las veces, uno tiende a pasar por alto actitudes negativas por parte de los demás, pero cuando son teledirigidas hacia uno, es un poco más difícil.  Entonces, paso a ser condescendiente... 'pobre... seguro que...' y los justifico con alguno de los miles de dramas que nos aquejan a todos.  A todo el mundo.

Lo que pasa es que ningún drama de nuestra vida cotidiana justifica que maltratemos a los demás.  Y aclaro, yo no soy una persona particularmente cariñosa, ni caritativa, ni generosa.  Pero tampoco procuro perjudicar a nadie.  Soy el promedio, digamos.

Hay un número de personas que me rodean que me caen muy mal. Muy, pero muy mal.  Y que estoy forzada a lidiar con ellos y hasta ponerles buena cara.  Y sin embargo mi problema con cada uno de ellos, queda en esa mera interacción.  Me molesta que sean despectivos, o que constantemente busquen la crítica en todo lo que ven.

Ahora, si yo tengo bronca acumulada porque no me cae alguien, porque se me rompió el taco o simplemente no tengo un buen día, no me la voy a agarrar con un tercero.  Entiendo que no es fácil.  Pero también entiendo que ya somos todos adultos.

Entonces, si discutí con mi pareja esta mañana, el problema se suspende hasta la noche.  Si tengo un problema con mi jefe, se suspende a partir de las 18hs, hasta el próximo día hábil.  Si se cae un plan, doy vuelta la página y planeo de cero.

Claro que es más fácil regodearse en el fracaso.  Propio y ajeno.  Cuánto más fácil sería sentarme a criticar, lisa y llanamente, a mi pareja, mi jefe o al tarado que se me cruzó en el subte hoy a la mañana.  Pero cuánto más edificante sería superar todo eso y quedarme con el aprendizaje que me deja.

Hace un par de semanas atrás, mi counselor me dijo no preguntes por qué haces algo, preguntate ‘para qué’.  Y me pareció perfecta la perspectiva. 

Por qué hacemos, decimos y somos es un constante justificativo de nosotros mismos.  El para qué nos explica quiénes queremos ser.  A dónde queremos llegar.  Qué queremos lograr.



Reflexiones de lunes… ¡buena semana!

No hay comentarios

Publicar un comentario

© Hechizos de colores • Theme by Maira G.